El eterno segundón

Soy el primer admirador de Sergio García. Intento, a pesar de ello, ser imparcial y opinar por lo que veo, no por lo que siento. Y lo que veo, aunque bastante mejor, no me gusta.

Ha vuelto a suceder. Una vez más, en la última jornada, se ha venido abajo. Ha desaprovechado una ventaja que, a priori, parecía suficiente como para aguantar las embestidas del nuevo número uno. Pero, otra vez, no ha podido ser.

Es indudable que técnica, juego, recursos y saber estar por el campo, le sobran. Es incuestionable que llevar tantos años (va camino de los veinte) entre los diez primeros jugadores del mundo no está al alcance de muchos. Es irrefutable que una varita mágica le tocó desde niño y le otorgó unos poderes que a otros muchos les ha negado.

Pero todo ello no es suficiente. Para romper definitivamente con los fantasmas que le sitúan, injustamente, como un perdedor, alguien que no tiene la suficiente entereza como para ganar un “grande”, se necesita algo más.

Parece que este año está más tranquilo, más sensato. Que ha alcanzado esa madurez que la tranquilidad mental aporta y que, junto con una vida ordenada y el trabajo diario, ayuda a la persona a ser el deportista de élite que todos sabemos que lleva dentro.

Sergio ha demostrado que, cuando quiere, puede. Basta con recordar su clasificación para la última Ryder. O ganaba, o se quedaba fuera. Y ganó. Cuando quiere, puede. Y eso, aún duele más.

Espero que pronto se consagre definitivamente con la consecución de esa victoria que le ratifique como uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. En España, la sombra de Seve es muy alargada, pero él ha conseguido que, en estos momentos, sin duda alguna, sea el referente para las nuevas generaciones de golfistas que emulan sus paseos por esas calles de los campos americanos y europeos.

Sé que clase, técnica y juego le sobran. Quizás, le falte algo de ambición ya que, no hace mucho, declaró que “si no gano algún grande no pasará nada, voy a vivir igual” y aquí es donde radican muchos de sus problemas: la motivación para alcanzar las metas que, se supone, se ha marcado en su carrera profesional.

Mi interés y mi mayor alegría son que el gran Sergio García gane, cuanto antes, ese torneo que le ratifique como lo que es, un número uno que, él sabe mejor que nadie porqué, no es capaz de atravesar la delgada línea que le separa de la gloria.

Mi mayor deseo es que lo logre y así poder disipar cualquier duda para todos aquellos que creen que es y será el eterno segundón.