El palo número 15

Todos los amateurs que jugamos frecuentemente al Golf, con más o menos dedicación, sabemos lo duro que resulta tener uno de los habituales días en los que no nos salen las cosas como nosotros querríamos, por mucho que hayamos “dado bolas” justo antes de salir al campo.

Es por ello indispensable que, junto con los otros catorce palos, metamos todos los días de partido al “humor” en nuestra bolsa, ya que con él podremos jugar mucho más contentos y nos ayudará a valorar en su justa medida tal o cual fallo que nunca debimos haber cometido.

Son innumerables las anécdotas y los chistes que existen sobre el golf y los que jugamos a tan apasionante deporte, y hay tantos chistes como momentos apropiados para poder contarlos a lo largo de un partido con nuestros inseparables compañeros del club.

Pero ese humor, ese tipo de divertimento no es al que me refiero cuando hablo del humor como palo número 15 de nuestra bolsa. Sería demasiado fácil, a la vez que insufrible, pensar que cuando se produce un fallo, cuando vemos que el putt nos hace la malvada corbata de rigor, nos limitásemos a contar un chiste o tener como consuelo esa bromita que el graciosillo del grupo siempre tiene preparada para regodearse de los fallos ajenos.

No, el palo número quince, el humor al que yo me refiero es mucho más simple y a la vez más necesario. Es el afrontar nuestros fallos, enfrentarnos a un día de golf, jugar nuestro deporte preferido, con ilusión, ganas de pasar una mañana o tarde esplendida y aceptar que, dado el hecho de que no somos más que simples aficionados, lo normal es que cometamos errores y que la culpa de ellos la tiene nuestra nula afición por entrenar y dedicar horas al campo de prácticas.

Mi palo número quince es no gritar cuando cometemos un fallo, no cebarnos con el hierro que acabamos de utilizar tirándolo con desdén al suelo llenos de rabia y enojo como si fuese su culpa el que no hayamos realizado el swing tal y como nuestro profesor nos enseño al inicio de nuestro periplo por este deporte.

El humor al que yo hago referencia es tener el carácter apropiado y la ilusión viva por disfrutar pensando que nos queda por delante una jornada para poder divertirnos y practicar un deporte que, por difícil, no podemos pretender dominar en todos y cada uno de los golpes que llegaremos a dar.

Esos espectáculos con los que nos enfrentamos habitualmente de jugadores que se enfadan, sin ningún tipo de respeto por sus compañeros de partido y de club, gritan, insultan y despotrican contra todo lo que les rodea en ese momento, son malos ejemplos a los que tenemos que ignorar y despreciar en la medida en la que suben los decibelios de su ira y mala educación.

Y es que, frente a las adversidades, la vida me ha enseñado que la mejor forma de combatirlas es con optimismo y buen humor, pues ya lo dice el viejo refrán:

CON SENTIDO DEL HUMOR, JUEGAS AL GOLF MEJOR