No creo que me deje llevar por mis recuerdos de fumador, no empedernido, pero lo cierto es que, en los últimos tiempos, estoy de lo más susceptible en lo que al “fumeque” en el trabajo se refiere.
Y no porque mi deshabito me haya convertido en un perseguidor de los aspiradores del humo y la nicotina, sino porque me llama mucho la atención toda la problemática que ya se ha generado con ellos, y la que, según todas las previsiones, se acerca.
Cuando acudes a visitar a tus clientes, muchos de los cuales se ubican en modernos edificios inteligentes, a la entrada de ellos, en invierno y verano, te encuentras con grupos de trabajadores, en círculo, fumando y charlando tranquilamente.
Cuando no sabes de qué va la historia, lo primero que piensas es que se trata de un piquete en huelga que protesta por cualquiera de las muchas injusticias que la empresa comete contra los pobres trabajadores. Pero no, rápidamente descubres que no puede ser este el motivo que les reúna en la entrada, ya que no portan ningún letrero reivindicativo y, mucho menos, llevan en el pecho las típicas pegatinas de los sindicatos, mayoritariamente, minoritarios.
Entonces, ¿que es lo que provoca estas mini concentraciones laborales? ¿Será qué no tienen ganas de trabajar y han llamado avisando la colocación de una bomba? No, porque serían muchos más los que allí se encontrarían y, normalmente, esos grupos son reducidos, aparte de que por los alrededores no se atisba movimiento policial alguno. ¿Será que están esperando que llegue el autobús que la empresa pone a su disposición para trasladarles de casa a la oficina y viceversa? No, aún estamos a media mañana, en pleno horario laboral.
Cuando entras en el vestíbulo, y te acreditas en la recepción, sigues observando un ir y venir de personas, todas ellas con su tarjeta identificativa colgando, un cigarro en la boca, a punto de ser encendido, o el paquete de tabaco en una mano, y en la otra un mechero. Y te das cuenta de lo que ocurre: son las consecuencias de la, cada vez más habitual, prohibición de fumar que se ha propagado, como un virus informático, por las empresas.
No seré yo quien critique la medida, ¡Dios me libre!, ya que entiendo sus saludables objetivos, pero creo que merece la pena considerar otros factores que, nos gusten o no, también hay que tener en cuenta a la hora de tomar, o mejor dicho, obligar a tomar, determinadas decisiones empresariales.
¿Se ha calculado por parte de alguna de las muchas consultoras estratégicas y empresariales la cantidad de horas que se pierden con los “paseitos” de los trabajadores proscritos por su adicción al tabaco?
¿Se ha calculado lo que ésta perdida supone en euros a las empresas que tienen que aplicar dicha medida, de forma voluntaria actualmente, y en breve plazo, todas obligatoriamente?
¿Se ha preguntado a los afectados por la persecución antes de tomar dicha medida?
Supongo que no. Eso da igual. Nos regimos por las modas. Normalmente, las que vienen desde Estados Unidos. Y la persecución, el odio, la insidia sobre los fumadores, curiosamente, proviene del país que más multinacionales dedicadas a este negocio tiene repartidas por el mundo. Aparte de las sanas e implícitas ventajas que esta medida conlleva, existe otra en la cual yo no había caído y que me contaba un responsable de recursos humanos de un importante laboratorio farmacéutico cuando, en una visita, le comentaba mi sorpresa e incredulidad ante los “paseitos” de los nicotineros, y que me pareció, desde el punto de vista empresarial, importante:
- No te puedes imaginar la gran cantidad de información que conseguimos en recursos humanos gracias a ser, también, del grupo de los fumadores.
Y tenía razón. En esos corrillos que se forman en la entrada; en esos círculos viciosos -nunca mejor dicho- en los que se comparte afición y resignación; en un ambiente semi-clandestino; con cierta mentalidad de persecución y discriminación por cuestión de vicio, donde no existen ni jefes, ni privilegios, ni jerarquías, todos son fumadores. Lo que implica que se hable de muchas cosas y personas. Y esta información, bien utilizada, es una gran fuente de mensajes sobre el clima laboral de las empresas.
De los grandes males, debemos sacar los grandes remedios, y ante la que se nos viene encima, por lo menos, en lo que al departamento de recursos humanos se refiere, está claro que se puede aprovechar la nueva moda y la futura ley del
NO SMOKING, por favor.