"Toñejo no corrió más rápido que la vida; simplemente aprendió a conducirla sin frenos."

Esta es la historia de Antonio Rodríguez, "Toñejo", un alma indomable cuya vida se entreteje con el rugido de los motores y la tenacidad de quien se niega a rendirse. La novela arranca en las polvorientas calles de su infancia, donde Toñejo, con los nudillos manchados de grasa y los ojos brillantes de curiosidad, descubrió su pasión por el mundo del motor. Desde desarmar bicicletas hasta soñar con pilotar motos de carreras, su juventud fue un himno a la libertad sobre dos ruedas. Sin embargo, un giro brutal —un accidente que lo dejó parapléjico— amenazó con apagar ese fuego. Pero Toñejo, lejos de claudicar, transformó el dolor en combustible. "Las piernas pueden dejar de responder, pero el corazón acelera igual", diría años después, resumiendo su filosofía de vida.

El relato profundiza en su lucha física y emocional: las terapias interminables, las noches de duda y la batalla por redefinir su identidad en un cuerpo que ya no respondía. Sin embargo, la novela no se centra en el drama, sino en la reinvención. Toñejo redescubre su pasión a través de las motos de agua, donde el viento salado sustituye al asfalto y la gravedad se desafía con curvas sobre las olas.


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